La población mundial es mas de tres veces mayor que la que existía a mediados del Siglo XX. Alcanzaran los 8.000 millones a fines de 2022, desde los 2.500 millones de personas que fueron estimadas en 1950.
También se están produciendo cambios importantes en este punto. Cambios de tal trascendencia que por si solos justifican la apertura de un campo de investigación propio.
Hay muchos clientes que confluyan para ofrecernos un panorama complejo: el envejecimiento poblacional de muchas naciones que prácticamente disminuyen dramáticamente su fuerza de trabajo carga sus sistemas de protección social y evidencian cambios en la estructura del gasto de individuos y familiares, atrasan el retiro laboral tradicional. A ello se agrega el comportamiento de las nuevas generaciones, con lógicos cambios de valores y de intereses, con perspectivas diferentes en cuanto a la vida y al trabajo y en visiones de cosmopolitismo creciente.
Se advierten elementos muy complejos, relacionados con la intención de las personas, la creciente soledad de los mayores, la intensificación de los hogares monoparentales, el retraso de la salida de los jóvenes de su “nido familiar” y un percibido desasosiego generacional en cuanto a expectativas y de los llamados “sueños de vida”.
Hay que agregar temas de “obsolescencia tecnológica” que se comporta como un gran expulsor del mercado de trabajo, la influencia del llamado “edadismo” y una presencia de masas crecientes de jóvenes – y no tan jóvenes – que no consiguen un lugar dentro de las estructuras tradicionales de los mercados y de las infraestructuras sociales.
Hay, en este campo, una serie de calderos barbotantes que colocan al sistema capitalista tradicional y a los Estados frente a situaciones inesperadas para las cuales no hay una respuesta diferida.
Hemos de trabajar intensamente en ello, porque las respuestas son urgentes e imprescindibles.