Rafael Yuste, neurocientífico: tenemos que Evitar Una Fractura en La Humanidad, entres las Personas que tienen Aumento Cognitivo y  las que no.

Rafael Yuste, neurocientífico: tenemos que Evitar Una Fractura en La Humanidad, entres las Personas que tienen Aumento Cognitivo y las que no.

Hace casi un año, una escena insólita tuvo lugar en el Congreso de los Diputados. Un pequeño grupo de diputados se sentó a ver la última película del cineasta alemán Werner Herzog, Theater of Thought (2022). El documental advierte de que la neuro tecnología —dispositivos capaces de leer, o incluso modificar, la actividad del cerebro humano— está a punto de transformar el mundo para siempre. La hipnótica voz en off del director resonó en el Congreso de los Diputados:

“¿En el futuro, podrás leer mi mente y ver mi próxima película antes de que la haya rodado?”, pregunta Herzog en un momento del filme a un investigador. El neurocientífico Rafael Yuste, que aparece en el documental, estaba sentado entre los diputados españoles, intentando concienciar sobre los riesgos de penetrar en la mente humana. Su respuesta a la pregunta del cineasta es impactante: “Probablemente”.

Yuste, que nació en Madrid hace 61 años, dirige el Centro de Neuro tecnología de la Universidad de Columbia, en pleno centro de Nueva York. Cuenta a EL PAÍS que hace una década su vida cambió a raíz de un experimento. “Estudiando la corteza visual de un ratón, no solo pudimos descifrar lo que veía, sino también manipular su actividad cerebral para hacerle creer que veía cosas que no veía. Fue como si le hubiéramos metido una alucinación en el cerebro. Y el ratón empezó a comportarse como si realmente estuviera viendo esa imagen falsa. Lo manipulamos como a una marioneta. No dormí aquella noche”, recuerda por videoconferencia desde un suburbio de Madrid. “Lo que podemos hacer hoy en un ratón lo podríamos hacer mañana en un humano. Hemos abierto la puerta a problemas éticos y sociales muy graves, como le ocurrió al físico Robert Oppenheimer con la bomba atómica ”, reflexiona.

El neurocientífico español lleva cinco años trabajando en la sombra para dar forma al futuro Centro Nacional de Neurotecnología, que se ubicará en un edificio de la Universidad Autónoma de Madrid. Con una inversión prometida de más de 200 millones de dólares hasta 2037, se trata de una de las mayores iniciativas de la historia de la ciencia española. Yuste —que se define como el “impulsor” del proyecto— explica que en estos momentos está negociando su incorporación como director científico del centro.

Pregunta. En una entrevista que concediste hace tres años, dijiste que “en 10 años llevar un sensor en la cabeza será la norma, igual que ahora todo el mundo tiene un smartphone”. Quedan siete años. ¿Crees que seguirá siendo así?

Respuesta. No sé si será obligatorio, pero las cosas van superrápidamente. Hace más de un año, un equipo de la Universidad Tecnológica de Sídney (Australia) y una empresa de neuro tecnología desarrollaron un gorro de electroencefalografía, acoplado a un sistema de inteligencia artificial generativa. Consiguieron descifrar el lenguaje mental de los voluntarios con una precisión baja de media —en torno al 40%—, pero con gran exactitud en algunos casos. Hay un vídeo en el que se puede ver cómo descifran las palabras que una persona va generando en su cerebro: “Buenas tardes, espero que estés bien. Un capuchino, por favor, con un chupito extra de espresso”. En realidad, no sabemos qué es un pensamiento, pero sí conocemos el lenguaje. [Estos sistemas pueden] descifrar palabras que no se pronuncian. El potencial es brutal.

P. ¿Qué pretenden conseguir estos investigadores?

R. Supongo que esta empresa australiana quiere construir un sistema que permita, por ejemplo, escribir en un ordenador con sólo pensar, sin utilizar los dedos. Creo que estamos relativamente cerca de que eso ocurra… y, cuando ocurra, será una revolución. Imaginemos que llevamos uno de estos cascos o gorras: podemos generar lenguaje internamente, que el sistema lo decodifique, comunicarnos con otras personas, dar instrucciones, manejar equipos robóticos… se nos abrirá todo un mundo. Tenemos que anticiparnos al futuro que se nos viene encima, en el que vamos a utilizar la neuro tecnología en la vida cotidiana, igual que utilizamos ahora los teléfonos móviles. [Esta] neuro tecnología también aumentará nuestras capacidades mentales y cognitivas.

P. ¿Cómo aumentará nuestras capacidades?

R. Por ejemplo, hace dos años, un equipo de la Universidad de Boston utilizó neuro estimuladores electromagnéticos en la cabeza de los participantes para estimular una parte de su cerebro y aumentar la memoria en un 30%. Fue un experimento de control, para que luego se pudieran probar en pacientes con Alzheimer u otras formas de demencia. Imaginemos que empiezan a venderles algo como: “¿Quieres tener mejor memoria? Te vendo un estimulador electromagnético que cuesta 1.000 dólares y te va a potenciar la memoria”. Vamos a tener una situación en el mundo en la que, con la neuro tecnología, podemos empezar a “retocar” la actividad cerebral. No sólo descifrarla, sino cambiarla. Estamos hablando de algo muy grande, porque la actividad cerebral es el santuario de la mente humana. De ahí proviene todo lo que somos: nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras creencias, nuestra personalidad, nuestros recuerdos. Con la neuro tecnología, se puede mapear la actividad mental y cambiarla. Puede tener aplicaciones fantásticas: entender lo que ocurre dentro [del cerebro], [desarrollar] sistemas de tipificación basados ​​en el pensamiento, todos los usos médicos… pero también hay muchos riesgos, porque con la tecnología estamos abriendo la tapa de la mente de las personas. Tenemos que asegurarnos de que esté súper protegida desde el principio.

P. ¿Cómo será el Centro Nacional de Neuro tecnología?

R. Tendrá más de 250 investigadores y habrá tres grandes departamentos dedicados a fabricar neuro tecnología: dispositivos para medir la actividad cerebral humana y modificarla. Un departamento estará formado por neurobiólogos, con métodos de genética, biología molecular y biología celular. Otro estará formado por neuro ingenieros, con métodos electrónicos, magnéticos y acústicos. El tercer departamento será de inteligencia artificial. Y luego, habrá otros tres departamentos pequeños: uno para coordinar ensayos clínicos en toda España para aplicar neuro tecnologías a pacientes, una pequeña incubadora de empresas para generar valor económico y otro centrado en la ética y los derechos humanos. Sinceramente, no hay nada parecido en el mundo.

P. El Ministerio de Ciencia de España ha prometido 123 millones de dólares, incluidos 40 millones de fondos de la UE. El gobierno regional de Madrid contribuirá con 80 millones de dólares, mientras que la Universidad Autónoma de Madrid aportará algo más de 2 millones de dólares. ¿Es suficiente dinero?

R. Es una cantidad fantástica. Lo he visto en primera persona y ha sido algo muy bonito que hay que contar. Con la tragedia de la Covid , que asoló España, llegaron fondos europeos para reconstruir el tejido tecnológico, industrial y científico. Se ha abierto una oportunidad histórica para la ciencia española y las dos administraciones más enfrentadas que puedas imaginar han llegado a un acuerdo. Han puesto la ciencia por encima de sus diferencias. Me he reunido varias veces con Isabel Díaz Ayuso y con Pedro Sánchez y no tengo ninguna queja. Han puesto todo lo que tenían que poner y más.

P. Hace un par de meses, usted y dos colegas advirtieron que empresas como Meta —propietaria de WhatsApp, Instagram y Facebook— y Apple ya han patentado, o están desarrollando, neuro tecnologías ponibles que pronto llegarán al mercado con un alcance global nunca visto. Esas empresas, pues, ya están invadiendo ese santuario de la mente humana.

R. Sí, ya se están haciendo pequeñas cosas, aunque todavía están en una fase preliminar. Por eso es tan urgente proteger la privacidad mental, porque ahora mismo hay muchas empresas de neuro tecnología en todo el mundo que ya están acumulando “datos cerebrales” de los usuarios. Están vendiendo dispositivos que ayudan a dormir mejor, a meditar, a jugar a videojuegos, a pilotar drones con los pensamientos, a mover un cursor en la pantalla del ordenador…

Me preocupa que estas empresas estén acaparando todos estos datos. Ya se puede empezar a descifrar, como se ha hecho en Australia, porque la inteligencia artificial está mejorando espectacularmente. Es sólo cuestión de tiempo.

P. ¿Tiene usted miedo de que, por ejemplo, si compra un videojuego con una diadema que lee su mente para mover un cursor, la lectura revele que sufre ansiedad y que esa información acabe en manos de una compañía de seguros?

R. Sí, en principio esto ya puede pasar. Los dispositivos médicos en Estados Unidos están regulados por la Administración de Alimentos y Medicamentos… el problema es con los que están destinados al consumo masivo. [En abril de 2024], nuestra fundación publicó un estudio sobre las empresas de neuro tecnología de consumo. Nuestro equipo legal leyó la letra pequeña de todos los contratos que el usuario tiene que aceptar para poder encender el dispositivo o descargar el software. Es un desastre. Si dices “acepto”, las 30 empresas se hacen dueñas de todos tus datos neuronales. Y prácticamente todas las empresas se autorizan a vender esos datos a terceros, que pueden ser una compañía de seguros, o el Ejército norcoreano. Es la situación menos segura que te puedas imaginar. Como no hay leyes, las empresas dicen: “Bueno, por ahora me quedo con todo y me autorizo ​​a venderlo”. Esta situación me preocupa mucho. Hay que tapar este agujero de inmediato.

P. Usted dice que los cinco derechos neurológicos básicos son: privacidad mental, acceso justo a la mejora mental, preservación de la identidad personal, protección contra prejuicios y mantenimiento del libre albedrío.

R. Así es. De los cinco, el más urgente es la privacidad mental, porque, como he dicho, hoy en día puedes comprar un casco de electroencefalografía en Amazon para jugar online y todos esos datos están monopolizados por la empresa que te lo vendió. Esto hay que pararlo de inmediato. Sin embargo, independientemente de la urgencia, el neuro derecho que yo pondría en primer lugar en términos de importancia es el acceso justo a la mejora mental. Tarde o temprano, tendremos que lidiar con este problema. Tendremos la posibilidad de mejorarnos [cognitivamente]… y esto creará una brecha en la sociedad. Habrá dos tipos de seres humanos: unos mejorados y otros no. Tenemos que empezar a pensar ya en cómo evitar una fractura en la humanidad.

P. Técnicamente, ¿cuándo podría suceder eso?

R. Creo que se irá dando poco a poco. Quizá los dispositivos para mejorar la memoria puedan ser el primer paso. No sé exactamente cuándo ocurrirá, pero lo veo en cuestión de unos pocos años.

P. Usted es el presidente de la Fundación Neurorights, que se dedica a crear conciencia sobre las implicaciones éticas de la neuro tecnología.

R. Ya hemos conseguido que la actividad cerebral esté protegida por ley en cuatro lugares del mundo. Primero fue Chile, que hace tres años se convirtió en el primer país del mundo en proteger la actividad cerebral de sus ciudadanos. Luego, en 2023, hizo lo mismo el estado brasileño de Rio Grande do Sul. Y, en 2024, logramos que dos estados de Estados Unidos, Colorado y California aprobaran leyes que protegen los datos cerebrales. También se están discutiendo proyectos de ley en Uruguay, Ecuador, México y Brasil a nivel federal.

P. ¿ Y en España?

R. En España todavía no se ha hecho nada, pero ya ha habido dos reuniones. La primera fue en febrero, en el Congreso de los Diputados. Hubo una actitud muy positiva por parte de todos los partidos políticos. Y, hace un par de semanas, el Senado me invitó a hablar en la Comisión de Ciencia. Si todo va bien, empezaremos a trabajar con los legisladores en 2025 para ver si España también se suma a este movimiento y lo lidera a nivel europeo. España sería el primer país de Europa en tener una legislación específica para proteger la actividad cerebral. La mejor solución sería establecer una regulación a nivel global, con un acuerdo de Naciones Unidas y un organismo especializado, como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)… pero ese es un objetivo muy complicado y a largo plazo.

P. Usted es uno de los 12 miembros del Comité de Ética de la Investigación de España. Este organismo ha analizado el caso del rector de la Universidad de Salamanca, Juan Manuel Corchado. A él y a sus compañeros les han retirado 75 estudios por prácticas fraudulentas, pero él ha dicho que no va a dimitir. El periódico local La Gaceta de Salamanca ha publicado un artículo en el que afirma que en realidad es el comité de ética el que no tiene ética…

R. Puedo asegurarle que todas las deliberaciones que hemos tenido han sido escrupulosas desde el punto de vista de la ética y del respeto a los derechos del rector de la Universidad de Salamanca.

P. El comité de ética ha sido criticado por el entorno del rector por estar, supuestamente, politizado a favor del gobernante Partido Socialista. Sin embargo, usted fue nombrado miembro del comité por el Gobierno regional de Madrid, liderado por Isabel Díaz Ayuso, del conservador Partido Popular.

R. Así es, yo represento a la Comunidad de Madrid en el Comité de Ética. Nosotros representamos a los ciudadanos, no tenemos ninguna afiliación política. Te puedo asegurar que en el Comité no hay falta de ética, eso sería la gota que colmaría el vaso…


El diario EL PAÍS es uno de los periódicos más importantes de España y del mundo hispanohablante. Fue fundado el 4 de mayo de 1976 en Madrid, poco después de la muerte de Francisco Franco, y ha jugado un papel clave en la transición a la democracia en España.

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