Decenas de empresas están fabricando robots que parecen humanos. Una de ellas está entrenando a una máquina para que sea mayordomo y ponerla a prueba pronto en los hogares
Una mañana reciente, llamé a la puerta de una bonita casa de dos pisos en Redwood City, California. En cuestión de segundos, abrió la puerta un robot sin rostro vestido con un mono beige que se ajustaba a su ceñida cintura y a sus largas piernas.
Este esbelto humanoide me saludó con un acento que parecía escandinavo y le ofrecí la mano. Cuando nuestras palmas se encontraron, dijo: “Tengo un apretón firme”.
Cuando el propietario de la casa, un ingeniero noruego llamado Bernt Børnich, pidió agua embotellada, el robot se dio la vuelta, entró en la cocina y abrió el refrigerador con una mano.
La inteligencia artificial ya conduce coches, escribe ensayos e incluso escribe código informático. Ahora, los humanoides, máquinas construidas para parecerse a los humanos y potenciadas por la IA, están a punto de instalarse en nuestros hogares para ayudarnos en las tareas cotidianas. Børnich es director ejecutivo y fundador de una empresa emergente llamada 1X. Antes de fin de año, su empresa espera colocar su robot, Neo, en más de 100 hogares de Silicon Valley y otros lugares.
Su empresa se encuentra entre las decenas de compañías que planean vender humanoides e introducirlos tanto en los hogares como en las empresas. Los inversores han invertido 7200 millones de dólares en más de 50 empresas emergentes desde 2015, según PitchBook, una empresa de investigación que realiza un seguimiento del sector tecnológico. El frenesí humanoide alcanzó un nuevo máximo el año pasado, cuando las inversiones superaron los 1600 millones de dólares. Y eso sin contar los miles de millones que Elon Musk y Tesla, su empresa de coches eléctricos, están invirtiendo en Optimus, un humanoide que empezaron a construir en 2021.
Empresarios como Børnich y Musk creen que los humanoides harán algún día gran parte del trabajo físico que ahora realizan las personas, incluidas tareas domésticas como limpiar encimeras y vaciar lavavajillas, trabajos de almacén como clasificar paquetes y trabajos de fábrica como construir coches en una cadena de montaje.
Los robots más sencillos —pequeños brazos robóticos y carritos autónomos, por ejemplo— llevan mucho tiempo compartiendo la carga de trabajo en almacenes y fábricas. Ahora, las empresas apuestan por que las máquinas puedan realizar una gama más amplia de tareas imitando la forma en que las personas caminan, se inclinan, se tuercen, se estiran, sujetan y, en general, hacen las cosas.
Como las casas, las oficinas y los almacenes ya están construidos para los humanos, argumentan estas empresas, los humanoides están mejor equipados para desenvolverse en el mundo que cualquier otro robot.
El impulso hacia la mano de obra humanoide lleva años creciendo, alimentado por los avances tanto en el hardware robótico como en las tecnologías de IA que permiten a los robots aprender rápidamente nuevas habilidades. Sin embargo, estos humanoides siguen siendo relativamente un espejismo.
Durante años han circulado por internet videos que muestran la notable destreza de estas máquinas, pero muy a menudo son guiadas a distancia por humanos. Y tareas sencillas como cargar el lavavajillas son cualquier cosa menos sencillas para ellas.
“Hay muchos videos por ahí que dan una falsa impresión de estos robots”, dijo Ken Goldberg, profesor de robótica de la Universidad de California, campus Berkeley. “Aunque parezcan humanos, no siempre se comportan como tales”.
Neo dijo “Hola” con acento escandinavo porque lo manejaba un técnico noruego en el sótano de la casa de Børnich. (En última instancia, la empresa quiere construir centros de atención telefónica en los que quizá decenas de técnicos darían soporte a los robots).
El robot caminaba por su cuenta por el comedor y la cocina. Pero el técnico hablaba por Neo y guiaba sus manos a distancia mediante un visor de realidad virtual y dos palancas de control inalámbricas. Los robots aún están aprendiendo a moverse por el mundo por sí solos. Y necesitan mucha ayuda para hacerlo. Al menos, por ahora.
‘Vi un nivel de hardware que no creía posible’:
Visité por primera vez las oficinas de 1X en Silicon Valley hace casi un año. Cuando un robot llamado Eve entró en la sala, abriendo y cerrando la puerta, no pude evitar la sensación de que aquel robot de ojos grandes era en realidad una persona disfrazada.
Eve se movía sobre ruedas, no sobre piernas. Y, sin embargo, seguía pareciendo humana. Pensé en El dormilón, la comedia de ciencia ficción de Woody Allen de 1973 llena de mayordomos robóticos.
Los ingenieros de la empresa ya habían construido a Neo, pero no había aprendido a caminar. Una temprana versión colgaba de la pared del laboratorio de la empresa.
En 2022, Børnich se conectó a una llamada de Zoom con un investigador de IA llamado Eric Jang. No se conocían.
Jang, que ahora tiene 30 años, trabajaba en un laboratorio de robótica en la sede de Google en Silicon Valley, y Børnich, que ahora tiene 42, dirigía una empresa emergente en Noruega llamada Halodi Robotics.
Un posible inversor había pedido a Jang que recabara información sobre Halodi, para ver si merecía la pena invertir en ella. Børnich mostró el humanoide de la empresa, Eve. Era algo que había soñado construir desde que era adolescente, inspirado —como muchos especialistas en robótica— por la ciencia ficción (su favorita personal: la película de 1982, Blade Runner).
Jang quedó fascinado por la forma en que se movía Eva. Comparó la llamada de Zoom con una escena de la serie de ciencia ficción Westworld, en la que un hombre asiste a un cóctel y se sorprende al descubrir que todos los presentes son robots.
“Vi un nivel de hardware que no creía posible”, dijo Jang.
El posible inversor no invirtió en Halodi. Pero Jang no tardó en convencer a Børnich para unir fuerzas.
Jang formaba parte de un equipo de Google que enseñaba a los robots nuevas habilidades mediante sistemas matemáticos llamados redes neuronales, que permiten a los robots aprender a partir de datos que representan tareas del mundo real. Tras ver a Eve, Jang le dijo a Børnich que debían aplicar la misma técnica a los humanoides.
El resultado fue una empresa transatlántica a la que rebautizaron 1X. La empresa emergente, que ha crecido hasta tener unos 200 empleados, cuenta ahora con más de 125 millones de dólares de financiación de inversores entre los que se encuentran Tiger Global y la empresa emergente de inteligencia artificial OpenAI.
Todo esto es un comportamiento aprendido:
Cuando volví al laboratorio de la empresa unos seis meses después de conocer a Eve, me recibió un Neo andante. Le habían enseñado a caminar totalmente en el mundo digital. Simulando la física del mundo real en un entorno similar al de un videojuego, podían entrenar a una versión digital de su robot para que se mantuviera de pie y en equilibrio y, finalmente, diera pasos.
Tras meses entrenando a este robot digital, transfirieron todo lo que había aprendido a un humanoide físico.
Si me ponía en el camino de Neo, se detenía y se movía a mi alrededor. Si le empujaba el pecho, se mantenía en pie. A veces, tropezaba o no sabía muy bien qué hacer. Pero podía caminar por una habitación como lo hacen las personas.
“Todo esto es un comportamiento aprendido”, dijo Jang, mientras Neo hacía clic contra el suelo a cada paso. “Si lo ponemos en cualquier entorno, debería saber cómo hacerlo”.
Sin embargo, entrenar a un robot para realizar tareas domésticas es una perspectiva totalmente distinta.
Como la física de cargar un lavavajillas o doblar la ropa es extremadamente compleja, 1X no puede enseñar estas tareas en el mundo virtual. Tienen que recopilar datos dentro de casas reales.
Cuando visité la casa de Børnich un mes después, Neo empezó a tener problemas con la puerta de acero inoxidable del frigorífico. La conexión wi fi del robot se había interrumpido. Pero una vez que el técnico oculto reinició el wi fi, guio sin problemas al robot en su pequeña tarea. Neo me entregó una botella de agua.
También vi cómo Neo metía ropa en una lavadora, poniéndose en cuclillas con cuidado para levantar la ropa de un cesto. Y mientras Børnich y yo charlábamos fuera de la cocina, el robot empezó a limpiar las encimeras. Todo esto se hacía por control remoto.
Incluso controlado por humanos, Neo puede dejar caer una taza o esforzarse por encontrar el ángulo correcto al intentar tirar una botella vacía al bote de la basura bajo el fregadero. Aunque los humanoides han mejorado a pasos agigantados en la última década, siguen sin ser tan ágiles como los humanos. Neo, por ejemplo, no puede levantar los brazos por encima de la cabeza.
Para los no iniciados, Neo también puede resultar un poco escalofriante, como todo lo que parece en parte humano y en parte no. Hablar con él es especialmente extraño, dado que en realidad estás hablando con un técnico a distancia. Es como hablar con un muñeco de ventrílocuo.
‘Lo que vendemos es más un viaje que un destino’:
Al guiar a Neo por las tareas domésticas, Børnich y su equipo pueden recopilar datos —mediante cámaras y otros sensores instalados en el propio robot— que muestran cómo se realizan estas tareas. Luego, los ingenieros de 1X pueden utilizar estos datos para ampliar y mejorar las habilidades de Neo.
Del mismo modo que ChatGPT puede aprender a escribir trabajos analizando textos de internet, un robot puede aprender a limpiar ventanas identificando patrones en horas de video digital.
La mayoría de los humanoides, incluido el Optimus de Musk y proyectos similares como Apptronik y Figure AI, están diseñando humanoides para almacenes y fábricas, argumentando que estos entornos tan controlados serán más fáciles de manejar para los robots. Pero con la venta de humanoides en los hogares, 1X espera recopilar enormes cantidades de datos que, en última instancia, puedan mostrar a estos robots cómo manejar el caos de la vida cotidiana.
En primer lugar, la empresa debe encontrar personas que acojan en sus hogares una versión temprana de una nueva y extraña tecnología, y que paguen por ella.
1X aún no ha fijado un precio para estas máquinas, que fabrica en su propias instalaciones en Noruega. Construir un humanoide como Neo cuesta más o menos lo mismo que construir un coche pequeño: decenas de miles de dólares.
Para alcanzar su potencial, Neo debe capturar video de lo que ocurre en el interior de las viviendas. En algunos casos, los técnicos verán lo que ocurre en tiempo real. Fundamentalmente, se trata de un robot que aprende en el trabajo.
“Lo que vendemos es más un viaje que un destino”, dijo Børnich. “Va a ser un camino muy accidentado, pero Neo hará cosas realmente útiles”.
‘Queremos que nos des tus datos bajo tus condiciones’
Cuando pregunté a Børnich cómo gestionaría la empresa la privacidad una vez que los humanoides estuvieran dentro de las casas de los clientes, explicó que los técnicos, que trabajarían desde centros de llamadas remotos, solo tomarían el control del robot si recibían la aprobación del propietario a través de una aplicación para celulares.
También dijo que los datos no se utilizarían para entrenar nuevos sistemas hasta transcurridas al menos 24 horas desde su recopilación. Esto permitiría a 1X eliminar los videos que los clientes no deseen que la empresa utilice.
“Queremos que nos des tus datos bajo tus condiciones”, dijo Børnich.
Con estos datos, Børnich espera producir un humanoide que pueda hacer casi cualquier tarea doméstica. Eso significa que Neo podría sustituir a los trabajadores que se ganan la vida limpiando casas.
Pero para eso aún faltan años, en el mejor de los casos. Y debido a la creciente escasez de trabajadores que se ocupan tanto de la limpieza del hogar como del cuidado de ancianos y niños, las organizaciones que representan a estos trabajadores acogen con satisfacción el auge de las nuevas tecnologías que realizan tareas en el hogar, siempre que empresas como 1X construyan robots que trabajen bien junto a los trabajadores humanos.
“Estas herramientas podrían facilitar algunos de los trabajos más agotadores y peligrosos, y permitir a los trabajadores centrarse en cosas que solo pueden ofrecer los trabajadores humanos”, dijo Ai-jen Poo, Presidenta de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar, que representa a los trabajadores domésticos, cuidadores a domicilio y niñeras del país.
Poco después, Neo empezó a limpiar las altísimas ventanas de la parte lateral de la casa. Entonces, al volverme hacia Børnich, oí un estruendo en el suelo de la cocina. Tras una avería eléctrica, Neo se había caído de espaldas y se había desmayado.
Børnich levantó al robot, como si fuera un pequeño adolescente, lo llevó al salón y lo tumbó en una silla. Incluso cuando Neo se desmayó, parecía humano.
Otros humanoides que he conocido pueden resultar intimidantes. Neo, que mide unos 1.67 metros y pesa 29 kilos, no lo es. Pero seguía preguntándome si podría herir a una mascota —o a un niño— con una caída así.
¿Dejará la gente que esta máquina entre en sus casas? ¿Cuánto tardará en mejorar sus habilidades? ¿Puede liberar a la gente de sus tareas cotidianas? Estas preguntas aún no tienen respuesta. Pero Børnich sigue adelante.
“Hay muchas personas como yo”, dijo. “Han soñado con tener algo así en su casa desde que eran niños”.
Cade Metz es un periodista y escritor estadounidense especializado en tecnología, inteligencia artificial y Silicon Valley. Trabaja como reportero en The New York Times, donde cubre temas relacionados con empresas tecnológicas, avances en IA, robótica y el impacto social de la innovación digital. Antes de unirse al Times, fue corresponsal de Wired, y ha escrito el libro Genius Makers, que explora la historia y las figuras clave detrás del auge de la inteligencia artificial moderna. Su trabajo se destaca por su profundidad analítica y su capacidad para traducir conceptos técnicos complejos en narrativas accesibles y reveladoras.
The New York Times es un periódico diario estadounidense fundado en 1851 y con sede en Nueva York, considerado uno de los más influyentes y prestigiosos del mundo. Cubre noticias nacionales e internacionales, reportajes de investigación, análisis, cultura, opinión, economía, ciencia y estilo de vida. El medio opera tanto en formato impreso como digital, y ha consolidado una gran base de suscriptores online, lo que le permite ejercer un rol clave en el ecosistema mediático contemporáneo.
Hace unas semanas la FDA autorizó su venta limitada y un local de Portland lo incluyó en su menú. Se produce a partir de las células del pescado. Dicen que no reemplazará al de granja o al salvaje, pero podría representar un negocio de USD 400 millones para 2034.
Colaboración de Claudio Andrade
A fines de mayo pasado, el restaurante haitiano “Kann”, ubicado en Portland (Oregón) fue el primero en el mundo en ofrecer un plato de salmón cultivado en laboratorio. Ocurrió días después de que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) autorizó la venta en restaurantes del salmón producido por la empresa Wildtype. Un primer paso dentro del proceso sanitario estipulado por la FDA hacia su venta masiva. Fue bautizado por la firma como Wildtype Salmon Saku. El saku es un corte habitualmente usado en la gastronomía japonesa.
“Tan seguro como alimentos comparables producidos por otros métodos”, concluyó el organismo.
La elección de un restaurante en Portland por parte de losfundadores de Wildtype no es casual. Esta ciudad es considerada la más verde del planeta, donde sus vecinos han implementado diversas medidas para aminorar el impacto de la comunidad en la región.
Desde la firma anuncian que en breve estarán sirviendo su salmón en el restaurante Otoko en Texas.
No obstante, los emprendedores aseguran que no intentan terminar con la industria de la acuicultura o afectar el trabajo de los pescadores tradicionales. El salmón de laboratorio sería una alternativa más para enfrentar la fuerte demanda de productos de mar que viene enfrentando el planeta desde hace una década.
Se estima que en 2050 la Tierra llegará a los 10.000 millones de habitantes y la acuicultura tendrá un papel relevante en lo referido a su alimentación. En la actualidad, más del 50% de los alimentos de mar que consumimos provienen de granjas acuáticas en espacios controlados. La producción acuícola mundial ronda los 130.9 millones de toneladas y va en aumento.
“No buscamos que los pescadores se queden sin trabajo ni eliminar la necesidad de la piscicultura”, dijo Justin Kolbeck, cofundador de Wildtype a The Washington Post.
Sin embargo, todo indica que este tipo de productos llegó para quedarse y evolucionar. Sus creadores entienden que en el horizonte se comienza a levantar un extraordinario negocio.
“No podríamos pensar en un mejor socio para presentar nuestro salmón de cultivo que el galardonado chef y autor Gregory Gourdet. El servicio semanal comenzó a finales de mayo en su restaurante haitiano, Kann, galardonado con el premio James Beard, en Portland, Oregón. Los comensales ahora pueden disfrutar del salmón Wildtype en Kann los jueves por la noche de junio y, a partir de julio, todos los días. Visite la página de reservas de Kann para reservar su lugar”, anunciaron desde Wildtype en su web hace unas semanas.
Un negocio que podría llegar a los USD 400 millones en 2034
En la actualidad el comercio del salmón mueve USD 23.000 millones anuales y para 2024 tocaría los USD 44.000 millones. Algunos analistas de mercado subrayan que, si el salmón de laboratorio capta el 1% del mercado, este nicho representará USD 400 millones en 2034.
El plato del restaurante “Kann” consiste en unos cubos de salmón cultivado, acompañado de fresas en escabeche, tomates y una galleta de arroz. El lema que lo acompaña es: “Sé el primero del mundo en probar el futuro de los mariscos sostenibles”.
No fue nada fácil llegar a este punto. Los primeros 453 gramos tuvieron un costo de “preparación” de USD 400 millones en 2016. En 2022 la cifra bajó a USD 200 por el mismo volumen y el valor podría llegar a los USD 7 u USD 8 en un futuro cercano. Un número que lo ubicaría por debajo del salmón que se consume en Estados Unidos.
El salmón cultivado no es igual al salmón sintético desarrollado por Revo Foods y New School Foods y presentado en 2021. El cultivado se produce a partir de células que son tomadas del salmón en su etapa alevín. El sintético es un producto que tiene como base plantas que imitan la textura y el sabor del salmón.
Cómo crear un plato de salmón en dos semanas
“Tan seguro como alimentos comparables producidos por otros métodos”, concluyó el FDA de Estados Unidos
Para una sociedad en crecimiento, y cada vez más obsesionada con la gastronomía de mar, el tiempo de producción es clave. Un salmón de granja puede demorar más de dos años en alcanzar su peso ideal (unos 5 kilos) en la zona de engorde. Antes habrá transcurrido por el proceso total que abarca desove y fecundación, alevinaje y smoltificación. Un salmón salvaje, por su lado, demora entre 3 y 4 años en llegar a su etapa de madurez.
En cambio, crear un “bloque” de salmón de 220 gramos representa en tiempo unas 2 semanas. Es el peso que habitualmente contienen los platos en los restaurantes.
Parecido a hacer cerveza
El negocio del cultivado basa su proyección en la propia dinámica de un mercado, el del salmón en particular y el de la acuicultura en general, que no ha encontrado su techo
Esta pieza de salmón requiere de una serie de complejos pasos antes de convertirse en un alimento comestible. Las células son cultivadas en tanques de acero inoxidable similares a los que utilizan las microcervecerías. En este espacio se “alimentan con una mezcla de nutrientes, que incluye aminoácidos, vitaminas, sales, azúcares, proteínas y grasas”, detalla el medio norteamericano en base a la explicación de la firma. “Imaginen una especie de Gatorade sofisticado”, sintetizó Kolbeck.
El resultante de esta etapa es una composición amorfa que no tiene ningún parecido con el salmón de granja o salvaje por todos conocido. Es una sustancia que luego se mezcla con una estructura (sí, una suerte de esqueleto vegetal) compuesta por ingredientes de origen vegetal que ayudan a levantar un “slice” de salmón que suma nutrientes y color anaranjado.
“No he visto ningún análisis exhaustivo del ciclo de vida que compare esta tecnología con otras”, ha explicado Sebastian Belle, presidente de la Asociación Nacional de Acuicultura. “En definitiva, eso es lo que realmente necesitamos entender: ¿es mejor, es igual o es peor? Y necesitamos aplicar esa ciencia”.
En los últimos años, Wildtype atrajo el interés y los dólares de famosos como Leonardo DiCaprio, Robert Downey Jr. Y Jff Bezos. Pero los propios impulsores han reconocido que el dinero para este tipo de inversiones ya no abunda como hace 2 años.
En 2021, la inversión en proyectos de carnes cultivadas era de unos USD 1300 millones. En 2022 bajó a USD 900 millones y en 2024 a menos de USD 200 millones. En 2018, los fundadores de Wildtype, Aryé Elfenbein y Kolbeck recaudaron USD 3.5 millones en Venture Capital. Había comenzado 2 años antes.
A pesar de este escenario, el negocio del cultivado basa su proyección en la propia dinámica de un mercado, el del salmón en particular y el de la acuicultura en general, que no ha encontrado su techo.
En la presentación que hace Wildtype se revela una fórmula de marketing donde confluyen la ciencia ficción con la más pura realidad.
““Saku” es el término japonés que designa un bloque de pescado crudo cortado uniformemente, perfecto para cortar en sashimi. El saku de salmón silvestre es la culminación de casi una década de investigación. El resultado es un corte de pescado puro, sabroso y respetuoso con nuestros mares.
Y cuando dicen “corte” se refieren exactamente a eso. Un recorte de la naturaleza que sale de un laboratorio y termina en un menú en Portland.
Claudio Andrade es un periodista argentino que ha trabajado en medios como Página/12, Río Negro y Clarín, y ha recibido el Premio FOPEA al Periodismo en Profundidad en 2018 por su cobertura del caso Maldonado. Actualmente, reside entre Puerto Natales (Chile), Punta Arenas, Bariloche y Buenos Aires, y es colaborador del medio Seúl.(Seúl).
Uruguay tendrá 440.000 habitantes menos en 2070, año en que los adultos mayores tripliquen a los niños: esto dicen las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística.
En los próximos años Montevideo continuará su vaciamiento, Maldonado será el de mayor crecimiento poblacional y la relación de personas en edad de trabajar e inactivas empezará a empardarse. En 2070 habrá tres adultos mayores por cada niño.
Tomer Urwicz El Observador, Montevideo.
“Cuando juega Uruguay corren tres millones”. El cantautor Jaime Roos y el letrista Raúl Castro fueron unos adelantados para la época. Escribieron este verso en 1994 sin imaginarse que, años después, los cálculos del Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmasen que esa sería la población proyectada para el país en 2070.
Uruguay tenía esa cantidad de habitantes (tres millones) cuando acabó el gobierno civico militar. El tamaño de la población fue creciendo hasta que en 2020 alcanzó su pico máximo (apenas sobrepasó los tres millones y medio). Desde entonces empezó a decrecer y, según proyectaron los demógrafos Amand Blanes y Mathías Nathan, la caída será todavía más abrupta a partir de 2045. En 2070, último año al que alcanzan las proyecciones, se llegará con unos 440.000 habitantes menos que los actuales.
Uruguay lleva cuatro años consecutivos en que muere más gente de la que nace. Y la inmigración no está logrando mover la aguja porque apenas compensa a los uruguayos que se van del país.
Las razones detrás del fenómeno no son necesariamente negativas. El país tuvo una notable reducción del embarazo en adolescente que explica más de la mitad de la “gran caída” de la fecundidad que Uruguay tuvo a partir de 2016.
La pandemia del covid-19, en ese sentido, no hizo otra cosa que adelantar un fenómenos que también se avecinaba: el incremento de las muertes en una sociedad que —a pensar que la gente vive más años— es cada vez más envejecida y, por tanto, con más chances de morirse.
Blanes y Nathan, quienes fueron contratados por el INE para estimar y proyectar la población, tomando como base los resultados del último censo, se la juegan por una hipótesis que, a su entender, es la más probable que suceda: en los próximos años habrá un “efecto rebote” y la fecundidad tendrá una “leve recuperación”.
¿A qué se refieren? Las mujeres están teniendo sus hijos a edades más tardías. Pero como sucedió en España o en los países nórdicos, es probable que algunas de esas mujeres decidan tener los hijos (solo que más tarde). Además, las encuestas de opinión pública reflejan que para buena parte de los uruguayos el número ideal de hijos sigue siendo dos.
El repunte, de suceder, se estima que será leve. Elevará la tasa global de fecundidad en algunas pocas décimas y el guarismo se seguirá situando muy por debajo del reemplazo (como le dicen los técnicos al punto a partir del cual la descendencia supera a sus padres).
No es el único supuesto que toman los demógrafos. Los uruguayos vivirán cada vez más años. Para 2070, por ejemplo, las proyecciones dicen que, al nacer, los varones tendrán una esperanza de 82,5 años; y las mujeres 87,5.
Las expectativas de años de vida de ellas sigue siendo mayor, pero la brecha se va achicando. ¿Por qué? Entran un montón de posible explicaciones: desde cambios de hábitos en los varones (teniendo a un mayor cuidado) a la masculinización de parte de la vida de las mujeres (estilo de vida más parecido al que ocupaba el hombre en la sociedad más patriarcal).
En el caso de que la esperanza de vida no crezca tanto como la que proyectan los técnicos (hipótesis de menor longevidad), la población de Uruguay caería todavía más (en lugar de perder unos 440.000 para 2070, se reduciría en unos 550.000). Si pasa lo contrario (longevidad mayor a la proyectada), la población igual caería, pero en 350.000 para aquel año).
La ley de Malthus, formulada por el economista británico homónimo que anticipó que la población crecía de modo exponencial incluso más rápido que los recursos que la humanidad genera, fue un desvelo para los tomadores de decisión durante siglos. Ahora, muestran las proyecciones, la marcha poblacional cambió e inició su descenso (lo que no significa la extinción). Los desafíos son otros.
Un país de adultos mayores
La ecuación es sencilla: cada vez menos niños y cada vez la gente vive más. El resultado es una sociedad cada vez más envejecida. En el caso uruguayo, proyectando hacia 2070, muy envejecida.
Si juntamos a todos los habitantes del país y hacemos un promedio de su edad, hoy ronda los 39 años. En el 2070 ese promedio se situará en 50 años.
La mirada más economicista de la marcha población enciende la luces de alerta antes los desafíos que implica tamaña transición demográfica. Si en los cortos años venideros habrá unas 48 personas en edades no laborales por cada 100 en edad de trabajar, en 2070 la relación será de 79 en edad inactiva cada 100 en edad activa.
Agréguese el desafío de quién cuida a una población que envejece, del incremento de gasto en salud de habitantes cada vez más añosos, de la adaptación de la infraestructura, y hasta el rol que se le asigna al adulto mayor en la sociedad.
La pirámide poblacional de Uruguay, en ese sentido, se parecerá muy poco a las pirámides de Egipto con una base ancha que se va angostando acorde se crece en altura. Al contrario, la base será pequeña y luego se engorda: en 2070 un tercio de la población superará los 65 años, mientras que los niños serán cerca del 11% (tres veces menos).
No es una rareza uruguaya. La marcha de la población mundial —en especial de los países más desarrollados— avanza en ese sentido.
El vacío de Montevideo
Las maestras lo repiten siempre: “El macrocefalismo montevideano”. Es una manera de resumir el poder político, administrativo y poblacional que tiene la capital de Uruguay. Pero las proyecciones del Instituto Nacional de Estadisticas muestran que el departamento más pequeño en su área y más grande en la cantidad de habitantes continúa su vaciamiento.
En los próximos veinte años —un abrir y cerrar de ojos en términos históricos, Montevideo perderá la décima parte de sus habitantes: pasará de unos 1.288.788 a 1.146.239.
La capital es, en ese sentido, el departamento que más pierde población y solo lo supera (en términos relativos) Treinta y Tres (cuya pérdida se sitúa en 11,5% en dos décadas).
La baja de la población será la norma en 15 de los 19 departamentos, muy en sintonía con lo que sucede a escala país. Pero los restantes cuatro departamentos ganarán habitantes a fuerza de la migración interna.
“César Aguiar lo vaticinaba hace 30 años: íbamos camino a tener una ciudad costera situada desde el oeste de Montevideo hasta Punta del Este. Entonces no es tanto un vacío de Montevideo, sino una nueva forma en que se organiza la ciudad y que escapa a los límites administrativos que conocemos”, había explicado el demógrafo y economista Juan José Calvo
Maldonado liderará el crecimiento en términos relativos. Canelones lo hará en números absolutos. Pero también aumentarán su población San José y Rocha.
Esta reorganización de la población, que a su vez tiende a ser cada vez más envejecida, supone otros desafíos: cuántos representantes parlamentarios tendrá cada departamento, cómo se arman las infraestructuras de hospitales y escuelas, la oferta cultural, el transporte y un largo etcétera de una sociedad que inició una nueva fase demográfica.
Tomer Urwicz es un periodista uruguayo especializado en investigación y políticas públicas, actualmente trabajando en El Observador. Se formó en la Universidad ORT Uruguay como Licenciado en Comunicación Periodística y obtuvo una Maestría en Comunicación y Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona. Además, realizó un curso internacional de periodismo investigativo en la Universidad de Columbia, Estados Unidos .(El Observador, El Observador)
Las universidades de élite chinas van a priorizar las carreras vinculadas a las necesidades estratégicas del país. Incluso las escuelas de primaria y secundaria van a empezar a formar a sus alumnos en IA. DeepSeek es su mejor baza
Colaboración de Juan Carlos López
Según un grupo de investigadores del Instituto Paulson de Chicago (EEUU) el 38% de los expertos en inteligencia artificial (IA) que desarrollan su carrera profesional en EEUU se ha formado en las universidades chinas.
De hecho, esta institución estadounidense ha concluido que en EE. UU. hay más expertos chinos en IA que profesionales con un origen estrictamente estadounidense. Esto, según Nikkei Asia, preocupa a algunos expertos de la industria debido a la posibilidad de que China decida repatriar a sus estudiantes e investigadores desde EE. UU. para reforzar su industria de la IA.
Algunos de los mejores centros dedicados a la ciencia y la tecnología del planeta están en China. La Universidad Tsinghua de Pekín, la Universidad Jiao Tong de Shanghái, la Universidad Zhejiang de Hangzhou, la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hefei o la Universidad de Tecnología del Sur de China, en Cantón, son solo algunas.
Todas ellas tienen algo importante en común: son centros de referencia mundial en tecnología, innovación y ciencia aplicada. Y muchos de sus alumnos están trabajando en EE. UU. En la coyuntura actual es comprensible que algunos expertos estadounidenses estén preocupados ante la posibilidad de perder este personal tan cualificado.
China quiere «construir una nación educativa fuerte»:
El sistema educativo chino funciona. El Gobierno liderado por Xi Jinping es muy consciente de que la competitividad del país en plena pugna con EE. UU. por la supremacía mundial depende en gran medida de su capacidad científica. Si nos ceñimos al desarrollo de la IA, que sin duda es el terreno de juego en el que estas dos superpotencias están jugando sus mejores cartas, es evidente que China avanza a una velocidad asombrosa. El éxito de DeepSeek avala tanto el buen funcionamiento del sistema educativo chino como la alta competitividad que ha alcanzado este país a pesar de las sanciones de EE. UU. y sus aliados.
Juan Carlos López es un destacado periodista colombiano, nacido en Bogotá, que desde 1993 se desempeña como corresponsal y presentador para CNN en Español en Washington D.C. Actualmente funge como jefe de corresponsalía y conduce programas clave como Directo USA y Choque de Opiniones, donde entrevista a figuras de alto perfil —incluidos presidentes y secretarios de Estado de EE. UU.— y ofrece análisis político profundo
Dario Amodei nació en 1983 en San Francisco, Estados Unidos, en una familia de ascendencia italiana. Desde joven mostró interés por la ciencia: estudió física en la Universidad de Stanford tras transferirse desde Caltech, donde inició su carrera universitaria. Posteriormente, obtuvo un doctorado en biofísica en la Universidad de Princeton en 2011, enfocándose en la electrofisiología de circuitos neuronales. Completó su formación con un posdoctorado en la Escuela de Medicina de Stanford, donde desarrolló métodos innovadores en espectrometría de masas para proteínas.
Trayectoria profesional temprana:
Antes de ingresar al mundo de la inteligencia artificial (IA), Amodei trabajó en Skyline como desarrollador de software y colaboró en proyectos relacionados con el estudio de proteínas. En 2014, se unió a Baidu, donde lideró el desarrollo de Deep Speech 2, un modelo de reconocimiento de voz basado en aprendizaje profundo que superó barreras lingüísticas como el mandarín y el inglés. Más tarde, en Google Brain, se especializó en seguridad de IA, publicando investigaciones pioneras sobre cómo prevenir comportamientos riesgosos en sistemas autónomos.
OpenAI y contribuciones clave:
En 2016, Amodei se unió a OpenAI como líder del equipo de seguridad de Inteligencia Artificial. Ascendió rápidamente, convirtiéndose en vicepresidente de investigación en 2019. Bajo su dirección, se desarrollaron modelos revolucionarios como GPT-2 y GPT-3, que transformaron el procesamiento del lenguaje natural. Sin embargo, su enfoque en la ética y la seguridad chocó con la creciente comercialización de OpenAI tras la inversión de Microsoft en 2019. Esto lo llevó a renunciar en 2020, junto a otros 14 investigadores, para fundar Anthropic.
Fundación de Anthropic y visión ética:
En 2021, Amodei y su hermana Daniela cofundaron Anthropic, una empresa registrada como corporación de beneficio público para equilibrar lucro con bien social. Su misión es evitar que la IA se convierta en una amenaza existencial. Aquí desarrolló Claude, un modelo de lenguaje que prioriza la alineación con valores humanos mediante técnicas como el «entrenamiento constitucional», que incorpora principios éticos en su diseño. Anthropic ha recaudado más de 5,000millones, incluyendo una nversionde5,000millones, incluyendo una inversión de 1,000 millones para su modelo «Claude-Next», 10 veces más potente que sus competidores.
Impacto en la seguridad de la IA:
Amodei es un referente global en ética de la Inteligencia Artificial. En 2023, testificó ante el Senado de EE. UU., advirtiendo sobre riesgos como la creación de armas autónomas o virus sintéticos. Ese mismo año, fue incluido en la lista TIME100 AI junto a su hermana. Su ensayo «Machines of Loving Grace» (2024) propone un futuro donde la IA mejore radicalmente el bienestar humano, siempre que se gestionen sus riesgos. Rechazó ofertas de OpenAI para reemplazar a Sam Altman y fusionar ambas empresas, manteniendo su independencia filosófica.
Legado y perspectiva:
Amodei combina rigor científico con una visión pragmática: almacena suministros para crisis globales y aboga por prepararse ante pandemias o colapsos energéticos. Su enfoque en la «seguridad escalable» y la transparencia ha influido en políticas gubernamentales y en la comunidad tecnológica. A sus 42 años, su trabajo sigue definiendo cómo la IA puede ser una fuerza para el progreso sin comprometer la seguridad humana.
En resumen, Dario Amodei encarna la fusión entre innovación tecnológica y responsabilidad ética, marcando un camino alternativo en la era de la IA. Sigue la filosofía budista y tiene un perfil mucho mas bajo que Altman o Musk.
Anthropic: Innovación en IA con Enfoque en Seguridad y Comprensión:
Anthropic es una compañía de investigación en inteligencia artificial fundada en 2021 por exmiembros de OpenAI, incluidos Dario Amodei y Daniela Amodei, con el objetivo de desarrollar sistemas de IA alineados con los valores humanos y centrados en la seguridad, transparencia y controlabilidad. Su enfoque combina avances técnicos con reflexiones éticas profundas, posicionándose como un actor clave en la creación de IA confiable y beneficiosa para la sociedad.
Claude: Un modelo de lenguaje seguro y colaborativo:
Claude (lanzado en 2023) es el modelo estrella de Anthropic, diseñado para priorizar la seguridad y evitar comportamientos dañinos o sesgados. A diferencia de otros modelos, Claude integra técnicas como el «entrenamiento constitucional», donde sus respuestas se guían por principios éticos explícitos (ej.: no generar contenido violento o discriminatorio).
Sus principales aplicaciones son: la asistencia en redacción ética, el análisis de documentos legales, la tutoría educativa y el soporte técnico especializado.
Investigación en Alineación y Seguridad (AI Safety):
Anthropic lidera estudios para garantizar que los sistemas de IA actúen de acuerdo con las intenciones humanas, incluso en escenarios complejos. Ejemplos incluyen:
Interpretabilidad: entender cómo los modelos toman decisiones mediante técnicas como el «circuit breaking» (mapeo de patrones en redes neuronales).
Control proactivo: mecanismos para detectar y corregir sesgos o errores antes de que escalen.
Enfoque en IA «Útil, Honesta e Inofensiva«:
Bajo el lema «Helpful, Honest, Harmless» (HHH), Anthropic prioriza que sus sistemas:
Sean útiles sin caer en la manipulación.
Sean honestos (eviten desinformación).
Minimicen riesgos, incluso en usos no previstos.
Diferenciales Clave frente a OpenAI u otros
Énfasis en la transparencia: publican detalles técnicos de sus modelos (aunque no el código completo) y colaboran con reguladores para establecer estándares éticos.
Auto gobernanza: su estructura corporativa incluye un Consejo de Seguridad independiente con poder para vetar proyectos que consideren riesgosos.
Colaboración con instituciones: trabajan con universidades y gobiernos en marcos de auditoría de IA.
Desafíos y Críticas:
Acceso limitado: a diferencia de ChatGPT, Claude no está ampliamente disponible para el público general, lo que genera debates sobre democratización de la IA.
Complejidad ética: ¿Quién define los «valores humanos» que guían a Claude? Anthropic enfrenta críticas por posible sesgo occidental en sus principios.
Competencia con Big Tech: su enfoque cauteloso contrasta con la carrera acelerada de empresas como Google o Meta por lanzar modelos cada vez más poderosos.
El Futuro según Anthropic:
La compañía explora áreas como:
IA modular: sistemas donde componentes específicos puedan actualizarse sin afectar el resto, facilitando el control.
Diplomacia algorítmica: herramientas para mediar en negociaciones internacionales o conflictos sociales.
Neuro-simbiosis: interfaces que permitan a humanos y IA colaborar en tiempo real, manteniendo el control último en las personas.
Conclusión: Un Camino Alternativo en la Era de la IA:
Anthropic representa una visión de la IA donde la innovación técnica no se divorcia de la responsabilidad ética. Mientras gigantes como OpenAI buscan capacidades cada vez más avanzadas, Anthropic insiste en que «la inteligencia sin alineación es una amenaza». Su éxito o fracaso no solo definirá el futuro de la empresa, sino que influirá en si la humanidad logra domesticar la tecnología más disruptiva del siglo XXI.