OPTIMUS, la siguiente promesa de Musk

Autor: Alberto R. Aguiar

Periodista de Business Insider especializado en tecnología, empresas y economía. Ha cubierto temas como la innovación en el sector empresarial, la evolución de grandes compañías y las tendencias emergentes en el ámbito tecnológico. En sus reportajes, ofrece análisis detallados sobre los desafíos y oportunidades que enfrentan las empresas en un entorno global cambiante, así como el impacto de las decisiones corporativas en la economía mundial.

Inteligencia artificial

12 Nov, 2024

12 Nov, 2024

Elon Musk asegura que los robots Optimus que prepara Tesla podrán ayudarte «cuidando a tus hijos, paseando al perro o cortando el césped«.

Los robots iban a nacer para sustituirnos en los trabajos más penosos y peligrosos. Ahora, se están diseñando para sustituirnos en nuestras facetas más humanas. Esta orientación no solo es interesante, sino que deja pendiente un conjunto de interrogantes y, por cierto, abre las puertas para un cumulo de situaciones que se presentan en la realidad como son los problemas de la soledad y del envejecimiento casi global de la población. Hasta el momento nos preocupábamos básicamente de la automatización y de los temores – simplificando, claro está – de la sustitución de mano de obra por robots, a lo cual se sumó la creciente preocupación por el crecimiento de la inteligencia artificial aplicada incluso a objetos de uso cotidiano. Musk esta abriendo la puerta – conceptual y comercial – del robot inteligente de tareas domesticas y de compañía. Y esto no es ninguna amenaza, es una certeza que es preciso abordar, porque una de las características de Musk es que lo que inicia lo persigue con absoluta tenacidad.

Tesla celebró la semana pasada su esperado evento We, Robot con el que la compañía de vehículos eléctricos dejó fríos a los analistas a pesar de anunciar su esperado robotaxi —sin volantes ni pedales— o su nueva furgoneta, la Tesla Robovan —aunque ya hay un modelo chino con el mismo nombre—.

Por supuesto, también hubo lugar para que varios robots Optimus desfilaran por el evento, bailotearan un poco, simularan servir bebidas al público —en realidad solo se atrevieron a sostener un vaso con hielo— mientras Musk siguió profetizando un futuro más cercano de lo que te imaginas en el que este tipo de dispositivos androides formarán parte de tu rutina.

Durante los últimos meses, el CEO y fundador de Tesla y propietario de plataformas como X —antes Twitter— o compañías como SpaceX ha venido insistiendo en que estos Tesla Optimus podrían empezar a fabricarse tan pronto como el año que viene.

A finales del año pasado se conoció la segunda generación de Optimus —ya van por la tercera— y entre los avances estaban, pues eso: el bailoteo, hacer sentadillas o hervir un huevo. Ya a principios de año se empezó a escribir que quizá el entusiasmo de Musk podría ser injustificado. Con todo, se espera que los Optimus empiecen a trabajar en las fábricas de Tesla en 2025.

Da igual. Musk volvió a enfatizar en el evento de la semana pasada que los androides de Tesla llegarán pronto a todos los hogares para asumir un sinfín de tareas. Al fin y al cabo, el propósito de esta máquina es paliar la escasez de mano de obra. Aquí llega lo preocupante. ¿Qué mano de obra?

Cuando los robots irrumpieron en escena durante el evento de Tesla en Los Ángeles Musk, con su habitual tono pausado, comenzó a bromear: «Podréis tener vuestro propio R2-D2 o C-3PO personal. A escala podrán costar entre unos 20.000 o 30.000 dólares».

«Podrán hacer todo lo que vosotros queráis. Ser un profesor, cuidar de vuestros niños, pasearos al perro, cortaros el césped, hacer la compra… ser vuestro amigo».

El problema de diseño que los humanos tienen al desarrollar tecnología

Cuando hace décadas en el mundo de la ciencia ficción había algo más que obras distópicas —e incluso se escribían utopías—, la idea de un robot asistente era atractiva. Pero todo se daba en una sociedad en la que los primeros robots habían nacido para sustituir a los humanos en aquellos puestos de trabajo más penosos, tóxicos o peligrosos.

¿Qué ha pasado en todos estos años para que de repente un magnate sugiera con total normalidad y despreocupación la posibilidad de que los primeros robots androides comerciales sirvan para cuidar de un hijo pasear al perro?

Pues algo probablemente similar a lo que se ve diariamente en ciertos debates éticos alrededor de tecnologías como la inteligencia artificial generativa.

Los nuevos desarrollos técnicos, en lugar de ponerse al servicio de la optimización industrial, están tratando de ofrecerse como un electrodoméstico que hará nuestras vidas más fáciles. ¿Cómo? Sustituyendo a los humanos en las dimensiones más humanas posibles.

El ejemplo de la IA generativa es evidente. De las múltiples posibilidades que ofrece, una de las que más está calando es el de sustituir a actores y actrices, a diseñadores e ilustradores e incluso a fotógrafos, oficios ligados íntimamente a una dimensión muy humana: la creatividad.

¿Qué está sucediendo en la robótica? Tanto de lo mismo. Y no solo se ve en las promesas de Elon Musk, de hecho.

Lo desarrollaba Aurora Gómez, de Corio Psicología, en un reportaje publicado en esta web hace algo más de un año. El artículo versaba sobre los riesgos de caer en el error de que un modelo de inteligencia artificial estaba expresando, de algún modo, algún tipo de emoción.

La psicóloga explicaba en declaraciones a Business Insider España qué es la pareidolia: el fenómeno por el que los seres humanos tienden a imaginar caras incluso en objetos inanimados. Seguro que alguna vez has pensado que un microondas, un grifo o incluso las nubes componían una cara. Es muy común. «Nos pasa hasta cierto punto incluso con los animales».

La industria tecnológica también es muy consciente de esta capacidad humana de desarrollar empatía hacia objetos o animales, y lo tiene en cuenta al diseñar sistemas robóticos. Un siniestro brazo robótico en una fábrica de automóviles no genera ternura. No es entrañable.

Un robot creado para acompañar a personas de la tercera edad, en cambio, sí: el equipo que lo confeccione se preocupará de que tenga un rostro amable, aunque sea a través de una pantalla.

Eso, que ya sucede, se está dando en la gerontotecnología, una rama del desarrollo tecnológico que busca fórmulas para el cuidado de los humanos más longevos.

«Se está utilizando nuestra capacidad de sentir emoción para diseñar robots en la gerontotecnología, las máquinas que se usan para ancianos», advertía Aurora Gómez. «Se están diseñando robots que se supone que se destinan a los ancianos porque iban a necesitar cubrir parte de su soledad. Eso asusta».

La propia Gómez incidía en que el hecho de que se esté pensando en «cómo cubrir esa necesidad que genera la soledad» en personas de la tercera edad y la propuesta sea cubrirla «con robots» es «un fallo de diseño que tenemos nosotros como humanos».

Sobre todo, porque el cuidado y la compañía de los mayores no debiera dejarse al cargo de un robot. El robot debe existir para que el humano pueda trabajar menos horas y, en consecuencia, poder cuidar mejor de su entorno. En cierta forma, la propuesta de Gómez tiene un fuerte aroma a preconcepto. De hecho, cuando observamos a sociedades altamente envejecidas, con unas tasas de soledad extremadamente elevadas – con todas las consecuencias que ello conlleva – rechazar o cuestionar la posibilidad de contar con este tipo de asistentes robóticos, dotados de inteligencia artificial es algo un poco temerario. Conceptualmente, es algo que ha de llegar y que necesariamente no tiene que ser vista con el determinismo de la desaparición del asistente humano. Como toda cuestión “border” nos promete un extraordinario debate y, por cierto, aunque muchos se resisten, la instalación de una tendencia donde no es dable esperar un retroceso. Por cierto que dentro de este debate y acciones propositivas las cuestiones éticas y la regulación legal no pueden ni deben estar ajenas. Cuidar, en fin, de lo que promete Musk que cuidarán sus Optimus: de sus mayores, de sus niños, de sus mascotas o de su césped.

Traducción del inglés, equipo de Future LAB.

Con comentarios del Dr. Ricardo Petrissans (itálica)

Autor: Alberto R. Aguiar

Autor: Alberto R. Aguiar

Periodista de Business Insider especializado en tecnología, empresas y economía. Ha cubierto temas como la innovación en el sector empresarial, la evolución de grandes compañías y las tendencias emergentes en el ámbito tecnológico. En sus reportajes, ofrece análisis detallados sobre los desafíos y oportunidades que enfrentan las empresas en un entorno global cambiante, así como el impacto de las decisiones corporativas en la economía mundial.

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