Inauguración del Laboratorio de Inteligencia Artificial de Microsoft en Uruguay

Inauguración del Laboratorio de Inteligencia Artificial de Microsoft en Uruguay

Este miércoles 21 de junio de 2023 el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) dio la bienvenida al Laboratorio de Inteligencia Artificial de Microsoft a su Parque Tecnológico en la sala Las Orquídeas, en presencia del Presidente Dr. Luis Lacalle Pou.

El Parque Tecnológico del LATU reúne a empresas y organizaciones públicas y privadas, formando un poderoso ecosistema internacional de tecnología, educación, emprendedurismo, investigación, creatividad e innovación.

El Microsoft AI Co-Innovation Lab, uno de los cuatro laboratorios de su tipo en el mundo, se instalará en el Parque, planteando un nuevo escenario de oportunidades para la innovación empresarial al poner a disposición herramientas y tecnología de vanguardia.

El LATU servirá como puente para vincular empresas y proyectos con el laboratorio, acelerando la innovación y apoyando a organizaciones de distintos rubros y tamaños. Permitirá ofrecer soluciones a medida que integren inteligencia artificial y el internet de las cosas para impulsar el desarrollo empresarial y productivo.

Carne sintética indistinguible de la carne real, la nueva pesadilla para los criadores.

Carne sintética indistinguible de la carne real, la nueva pesadilla para los criadores.

Más malas noticias para los ganaderos, aunque tardarán años en afectar a su actividad: una cata de expertos concluye que no podemos distinguir entre el sabor de la carne sintética y la real. Por cierto, que, en Uruguay, país esencialmente ganadero, las respuestas desde organizaciones publicas y privadas especializadas son negacionistas, parece difícil frenar el desarrollo de este tipo de trabajo, cuya mayor dificultad hasta el momento no son científicos, sino económicos y de costos. Seria aconsejable que se comenzara a adoptar la tecnología necesaria, sin abandonar – claro está – la metodología de cría natural.

La prueba del pollo:

Ahora parece que los seres humanos parecemos incapaces de diferenciar el sabor de la carne cultivada de la real. Por lo menos esta es la conclusión del resultado de una cata a ciegas con tres reconocidos ‘gourmets’ israelíes, uno de ellos “probador profesional y juez de ‘MasterChef”, de acuerdo con lo que reseña la revista ‘Time’.

Los jueces de esta cata a ciegas ante notario — ni el cocinero sabía qué carne era cuál — no supieron distinguir el pollo cultivado del pollo real, cocinado exactamente igual y sin aditivos de ningún tipo ni siquiera sal. De hecho, el pollo solo estaba salteado en aceite de girasol.

La cata a ciegas se realizó con pollo picado, lo que ofrecía una mordida idéntica. El pollo de la prueba — cultivado por la compañía israelí SuperMeat — es carne totalmente magra porque todavía no la cultivan con grasa. Los jueces apuntaron que ambas muestras — etiquetadas como A y B — no tenían mucho sabor, algo de esperar por tratarse de carne de pechuga. Sin la piel y sin aderezos, la pechuga de pollo no es sabrosa, pero sigue sabiendo a pollo.

Uno de los jueces — el chef y propietario de restaurantes israelí Yair Yosefi — fue capaz de detectar una diferencia entre las dos carnes, pero admitió que no era capaz de apuntar cuál carne era la de pollo real y cuál la cultivada en laboratorio.

Yosefi pensó que quizás el pollo crecido en granja sería la muestra B, pero la jueza de ‘MasterChef’ — Michal Ansky  — pensó que era justo lo contrario, porque la B tenía menos sabor que la A. La respuesta correcta: la B era el pollo real. Un inseguro Yosefi acertó de casualidad. Ansky se equivocó, aunque estaba totalmente convencida de que la muestra A era el pollo cultivado.

Ansky se alegró de estar equivocada. Según ella, la migración a la carne cultivada es inevitable porque la producción global actual es insostenible. Ahora solo queda perfeccionarla y poder comprar una costilla de buey en el supermercado indistinguible de uno real. Impreso en 3D, con el grosor deseado, con su grasa perfectamente entreverada y con el sabor de la hierba y el maíz de fondo.

Una carrera por la carne cultivada perfecta:

Pero todavía queda mucho para ese santo grial. O para que veamos una pechuga entera o un ante muslo de pollo cultivado entero en nuestros supermercados. No más de un par de décadas, dicen algunos, pero todavía queda. Antes llegarán los productos como los ‘Nuggets’ de pollo o la carne picada de vaca para hacer albóndigas y hamburguesas.

Israel — que parece ir a la cabeza en este tipo de desarrollos — tiene varias ‘startups’ compitiendo en crear la carne cultivada perfecta. Al contrario que las compañías norteamericanas como Beyond Meat o Impossible Burger —que ya están vendiendo carne vegetal procesada con proteínas que dan sabor a sangre, pero que no se acercan al sabor de la carne real—, empresas como SuperMeat o Future Meats cultivan células de músculo del animal que sea, clonadas y ensambladas en la fábrica. No simulan la carne. Biológicamente son carne real crecida en laboratorio. No un substituto. Y la tecnología evoluciona con una rapidez escalofriante.

La primera costilla hecha en 3D.

La otra gran barrera para la carne sintética, por el momento, es el precio. La primera hamburguesa sintética debutó con un precio de más 300.000 euros por unidad, pero ha estado bajando de forma constante y rápida. Nos guste o no, la carne cultivada ha llegado para quedarse. Y en unos años no nos daremos ni cuenta de que el Big Mac, la carne en general o la costilla de la barbacoa no habrá sido extraído de un animal sacrificado, sino de una cadena de fabricación totalmente eficiente y sin deshechos nocivos. Y lo mismo pasará con los huevos y el pescado.

China acelera su fecha de llegada a la Luna mientras la misión de EE. UU. se retrasa

China acelera su fecha de llegada a la Luna mientras la misión de EE. UU. se retrasa

China sigue presionando a EE. UU. en una reedición de la carrera espacial de los sesenta. Mientras los norteamericanos acumulan retrasos y problemas, los asiáticos avanzan cada vez más rápido. Se trata de una especie de reedición de la carrera por el espacio y la llegada a la Luna entre los norteamericanos y los soviéticos durante la Guerra Fría. En esta segunda Guerra Fría, la cuestión se repite, pero esta vez Estados Unidos parece tener un adversario técnica y financieramente más sólido.

La carrera espacial de los años 60 se está volviendo a reeditar con China sustituyendo a Rusia como la gran potencia rival de EE. UU. Los norteamericanos tenían previsto llegar a la Luna en 2025, pero una serie de retrasos y fallos en las nuevas naves que les deberían llevar hasta nuestro satélite natural han hecho pedazos sus predicciones. Mientras tanto, Pekín acelera y se compromete a enviar humanos a la Luna antes de que acabe esta década.

Las dos grandes economías del momento, China y EE. UU. ya rivalizan militarmente y en los mercados por ampliar su influencia en el mundo. Pero ahora también lo hacen en un viejo campo de batalla: la Luna.

El plan chino es llegar antes de 2030:

China anunció ayer varias novedades en su joven y potente programa espacial. Entre ellas destacan su intención de enviar taikonautas (así llama a sus astronautas) a la Luna antes de 2030 y la de ampliar su flamante Estación Espacial, completada el pasado noviembre. China construyó la Tiangong después de verse excluida de la Estación Espacial Internacional por las presiones de EE. UU. que no veía con buenos ojos los lazos entre el programa espacial chino y su Ejército Popular de Liberación. 

Según el director Adjunto de la Agencia Espacial Tripulada China, Lin Xiqiang, el plan de Pekín comenzará con una breve estancia en la superficie lunar y “una exploración conjunta humano-robótica». Además, Lin asegura que se añadirá un cuarto módulo a la Tiangongg que servirá de apoyo a los experimentos científicos y proporcionará a la tripulación mejores condiciones de trabajo y de vida.

«Disponemos de una estación espacial humana completa cercana a la Tierra y de un sistema de transporte humano de ida y vuelta», complementados por un proceso de selección, formación y apoyo a los nuevos astronautas, de acuerdo con los responsables chinos. Un calendario de dos misiones tripuladas al año, de acuerdo con recientes declaraciones es «suficiente para llevar a cabo nuestros objetivos”.

Esos objetivos buscan establecer una base lunar permanente en el Polo Sur del satélite chino antes que la NASA. De hecho, Pekín ha adelantado su construcción para 2027 en lugar de 2035 como estaba planeado. Para conseguirlo quieren sustituir su Long March 9, su actual cohete pesado y totalmente desechable, por una flota de cohetes reutilizables, como los que propone SpaceX, cuyo principal accionista es Elon Musk.

Según apuntó en su momento el director adjunto de la Agencia Espacial china, Wu Yanhua, han acelerado el programa porque quieren “construir una fundación sólida para el uso pacífico de los recursos lunares”. Sin embargo, esta reacción China responde a los Acuerdos Artemis propuestos por la NASA a toda la comunidad internacional, incluyendo el país asiático y Rusia.

Los Acuerdos Artemis establecen «un entorno seguro y transparente que facilite la exploración, la ciencia y las actividades comerciales para que las disfrute toda la humanidad». Ese acuerdo exige a todos los países firmantes que deben declarar sus políticas y planes para la exploración del sistema solar. Así como la publicación de todos los datos científicos obtenidos en misiones espaciales, algo que Pekín no está dispuesto a consentir.

EE. UU. sufre retrasos y se plantea recortes:

EE. UU. se ha impuesto un calendario exigente que le va a costar cumplir. La NASA también sea fijado en el polo sur lunar como lugar para su desembarco y la fecha que se analiza es finales de 2025.

La misión de las autoridades de los Estados Unidos para volver a la Luna se llama Artemis y para conseguirlo cuentan con la ayuda de compañías como SpaceX, Boeing y Blue Origin. El programa gastará entre los años fiscales 2012 y 2025 unos 93.000 millones de dólares, de los cuales se llevan ya gastados 23.800 millones solo en el cohete Space Launch System (SLS), que ha conseguido volar con éxito tras numerosos retrasos, aunque ha salido mucho más caro de lo que estaba presupuestado.

Por su parte, la otra nave principal de Artemis, el Starship de SpaceX, el cohete más grande y potente jamás creado, sigue sin estar listo. Su diseño es reutilizable, al contrario del SLS y podría alcanzar no solo a la Luna, sino también a Marte como desea su director general, Elon Musk. El pasado mes de abril se llevó a cabo un vuelo de prueba del Starship que acabó con la nave convertida en una gran bola de fuego. Ahora, la agencia federal aeronáutica estadounidense (FAA) ha parado los lanzamientos y está evaluando la destrucción generada por el lanzamiento. Su visto bueno para la siguiente prueba de lanzamiento podría durar meses. Las consecuencias del estallido fueron muy importantes en danos a la propiedad de terceros, y termino alarmando a las autoridades aeroespaciales y aéreas de los Estados Unidos, aunque, de acuerdo con la experiencia que tenemos con Musk, este siente que estará listo para la siguiente prueba a la brevedad. Es que mucha gente no aprueba los métodos prueba/error que caracterizan a Space X.

Además, el plan de recortes del déficit presupuestario que plantean muchos integrantes del Partido Republicano, que ahora dominan la Cámara de Representantes, podría reducir ostensiblemente el presupuesto de la NASA y poner en peligro muchos de sus programas, según apunta la publicación especializada Space Policy Online. Especialmente el programa Artemis de regreso a la Luna.

El administrador de la NASA, Bill Nelson, afirmó el pasado marzo que los recortes serían «devastadores y potencialmente irrecuperables» para los programas de la NASA, retrasando o cancelando muchas misiones. Nelson plantea varios escenarios posibles como consecuencia de los recortes, uno de ellos «reestructuraría significativamente o pondría fin» a varios elementos de la misión. Deberemos aguardar a los próximos meses para ver el desenlace de la cuestión.

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