China acelera su fecha de llegada a la Luna mientras la misión de EE. UU. se retrasa

Exploración del Espacio

17 Jun, 2023

17 Jun, 2023

China sigue presionando a EE. UU. en una reedición de la carrera espacial de los sesenta. Mientras los norteamericanos acumulan retrasos y problemas, los asiáticos avanzan cada vez más rápido. Se trata de una especie de reedición de la carrera por el espacio y la llegada a la Luna entre los norteamericanos y los soviéticos durante la Guerra Fría. En esta segunda Guerra Fría, la cuestión se repite, pero esta vez Estados Unidos parece tener un adversario técnica y financieramente más sólido.

La carrera espacial de los años 60 se está volviendo a reeditar con China sustituyendo a Rusia como la gran potencia rival de EE. UU. Los norteamericanos tenían previsto llegar a la Luna en 2025, pero una serie de retrasos y fallos en las nuevas naves que les deberían llevar hasta nuestro satélite natural han hecho pedazos sus predicciones. Mientras tanto, Pekín acelera y se compromete a enviar humanos a la Luna antes de que acabe esta década.

Las dos grandes economías del momento, China y EE. UU. ya rivalizan militarmente y en los mercados por ampliar su influencia en el mundo. Pero ahora también lo hacen en un viejo campo de batalla: la Luna.

El plan chino es llegar antes de 2030:

China anunció ayer varias novedades en su joven y potente programa espacial. Entre ellas destacan su intención de enviar taikonautas (así llama a sus astronautas) a la Luna antes de 2030 y la de ampliar su flamante Estación Espacial, completada el pasado noviembre. China construyó la Tiangong después de verse excluida de la Estación Espacial Internacional por las presiones de EE. UU. que no veía con buenos ojos los lazos entre el programa espacial chino y su Ejército Popular de Liberación. 

Según el director Adjunto de la Agencia Espacial Tripulada China, Lin Xiqiang, el plan de Pekín comenzará con una breve estancia en la superficie lunar y “una exploración conjunta humano-robótica». Además, Lin asegura que se añadirá un cuarto módulo a la Tiangongg que servirá de apoyo a los experimentos científicos y proporcionará a la tripulación mejores condiciones de trabajo y de vida.

«Disponemos de una estación espacial humana completa cercana a la Tierra y de un sistema de transporte humano de ida y vuelta», complementados por un proceso de selección, formación y apoyo a los nuevos astronautas, de acuerdo con los responsables chinos. Un calendario de dos misiones tripuladas al año, de acuerdo con recientes declaraciones es «suficiente para llevar a cabo nuestros objetivos”.

Esos objetivos buscan establecer una base lunar permanente en el Polo Sur del satélite chino antes que la NASA. De hecho, Pekín ha adelantado su construcción para 2027 en lugar de 2035 como estaba planeado. Para conseguirlo quieren sustituir su Long March 9, su actual cohete pesado y totalmente desechable, por una flota de cohetes reutilizables, como los que propone SpaceX, cuyo principal accionista es Elon Musk.

Según apuntó en su momento el director adjunto de la Agencia Espacial china, Wu Yanhua, han acelerado el programa porque quieren “construir una fundación sólida para el uso pacífico de los recursos lunares”. Sin embargo, esta reacción China responde a los Acuerdos Artemis propuestos por la NASA a toda la comunidad internacional, incluyendo el país asiático y Rusia.

Los Acuerdos Artemis establecen «un entorno seguro y transparente que facilite la exploración, la ciencia y las actividades comerciales para que las disfrute toda la humanidad». Ese acuerdo exige a todos los países firmantes que deben declarar sus políticas y planes para la exploración del sistema solar. Así como la publicación de todos los datos científicos obtenidos en misiones espaciales, algo que Pekín no está dispuesto a consentir.

EE. UU. sufre retrasos y se plantea recortes:

EE. UU. se ha impuesto un calendario exigente que le va a costar cumplir. La NASA también sea fijado en el polo sur lunar como lugar para su desembarco y la fecha que se analiza es finales de 2025.

La misión de las autoridades de los Estados Unidos para volver a la Luna se llama Artemis y para conseguirlo cuentan con la ayuda de compañías como SpaceX, Boeing y Blue Origin. El programa gastará entre los años fiscales 2012 y 2025 unos 93.000 millones de dólares, de los cuales se llevan ya gastados 23.800 millones solo en el cohete Space Launch System (SLS), que ha conseguido volar con éxito tras numerosos retrasos, aunque ha salido mucho más caro de lo que estaba presupuestado.

Por su parte, la otra nave principal de Artemis, el Starship de SpaceX, el cohete más grande y potente jamás creado, sigue sin estar listo. Su diseño es reutilizable, al contrario del SLS y podría alcanzar no solo a la Luna, sino también a Marte como desea su director general, Elon Musk. El pasado mes de abril se llevó a cabo un vuelo de prueba del Starship que acabó con la nave convertida en una gran bola de fuego. Ahora, la agencia federal aeronáutica estadounidense (FAA) ha parado los lanzamientos y está evaluando la destrucción generada por el lanzamiento. Su visto bueno para la siguiente prueba de lanzamiento podría durar meses. Las consecuencias del estallido fueron muy importantes en danos a la propiedad de terceros, y termino alarmando a las autoridades aeroespaciales y aéreas de los Estados Unidos, aunque, de acuerdo con la experiencia que tenemos con Musk, este siente que estará listo para la siguiente prueba a la brevedad. Es que mucha gente no aprueba los métodos prueba/error que caracterizan a Space X.

Además, el plan de recortes del déficit presupuestario que plantean muchos integrantes del Partido Republicano, que ahora dominan la Cámara de Representantes, podría reducir ostensiblemente el presupuesto de la NASA y poner en peligro muchos de sus programas, según apunta la publicación especializada Space Policy Online. Especialmente el programa Artemis de regreso a la Luna.

El administrador de la NASA, Bill Nelson, afirmó el pasado marzo que los recortes serían «devastadores y potencialmente irrecuperables» para los programas de la NASA, retrasando o cancelando muchas misiones. Nelson plantea varios escenarios posibles como consecuencia de los recortes, uno de ellos «reestructuraría significativamente o pondría fin» a varios elementos de la misión. Deberemos aguardar a los próximos meses para ver el desenlace de la cuestión.

Autor: Equipo de Investigación del Laboratorio del Futuro

Autor: Equipo de Investigación del Laboratorio del Futuro

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